LA CASA DEL SEÑOR

“Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitaré en la casa del Señor por años sin término” (Sal 23,6).

El salmista expresa lo que el Padre Celestial ha dispuesto para nosotros, los hombres, y que podemos reconocer por la fe: es el gran “sí” de Dios a nuestra existencia; un “sí” que se nos manifiesta de diversas maneras. Es un “sí” que jamás revoca, después de haberlo pronunciado de una vez y para siempre sobre nuestra vida. Incluso la persona que rechaza a Dios atestigua con su sola existencia el “sí” de Dios sobre ella.

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El Fin de los Tiempos

Lc 21,5-11

En aquel tiempo, como algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: “De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra, ni una que no sea derruida.” Le preguntaron: “¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?” Jesús respondió: “Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘El tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis. Es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.” Y añadió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares; se verán cosas espantosas y grandes señales en el cielo.”

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