“ME UNGES LA CABEZA CON PERFUME”

“Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos. Me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa” (Sal 23,5).

Este verso está tomado de los salmos de David, a quien el Señor eligió como rey de Israel. Asimismo, cada uno de nosotros, los cristianos, ha sido ungido por la gracia de Dios para ser “hijo del gran Rey”. Así, podemos adaptar las palabras de este salmo también para nosotros, porque nuestro Rey es Dios mismo. Cuando Poncio Pilato le preguntó a Jesús si era rey, Él le respondió: “Tú lo dices, soy rey” (Jn 18,37).

leer más

Orar sin desfallecer

Lc 18,1-8

 En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: “Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquel mismo pueblo una viuda que acudió a él y le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de importunarme de una vez’.”

leer más