Vida y muerte para la glorificación de Dios

Jn 12,20-33

Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Éstos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: “Señor, queremos ver a Jesús.” Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a comunicárselo a Jesús. Jesús les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, allí queda, él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo la guardará para una vida eterna.

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Un corazón libre

Jn 7,40-53 

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído las palabras de Jesús, comentaban: “Éste es verdaderamente el profeta.” Otros decían: “Éste es el Cristo.” Pero otros replicaban: “¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?” Se originó, pues, una disensión entre la gente a cuenta de él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. 

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Solemnidad de San José: «La fe nos es reputada como justicia»

Rom 4,13.16-18.22

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, para que fuese un don, la promesa tenía que depender de la fe, y así quedar asegurada para toda la posteridad; no sólo para los de la ley, sino también para los de la fe de Abrahán, padre de todos nosotros.

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Fe y amor

Jn 5,31-47 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados a Juan, y él dio testimonio de la verdad. En cuanto a mí, no recibo testimonio de un hombre; pero digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra, y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.

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Viene un tiempo de regocijo

Is 65,17-21 

Esto dice el Señor: “Mirad, voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento. Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear. Voy a crear una Jerusalén “Regocijo” y un pueblo “Alegría”; me regocijaré en Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido. leer más

La luz vino al mundo

Jn 3,14-21 

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Del mismo modo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga en él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

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Quiero amor, no sacrificios

Os 6,1-6

Venid, volvamos al Señor; él ha desgarrado, pero nos curará; él ha herido, pero nos vendará. Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y viviremos en su presencia. Dispongámonos a conocer, alcancemos el conocimiento del Señor: su salida es cierta como la aurora; nos llegará como lluvia temprana, igual que la lluvia tardía que empapa la tierra.

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Dios quiere sanar la infidelidad

Os 14,1-10

Esto dice el Señor: Vuelve Israel, al Señor tu Dios, pues tus culpas te han hecho caer. Preparaos unas palabras y volved al Señor. Decidle: “Quita toda culpa; acepta lo que hay de bueno; y te ofreceremos el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, no montaremos a caballo, y no diremos más ‘Dios nuestro’ a la obra de nuestras manos, oh tú, que te apiadas del huérfano.”

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