Sólo tenéis que venir a mí

«La Cruz es mi camino para descender hacia los hombres, porque fue por medio de ella que os hice redimir por mi Hijo.»

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“Este es solo un pequeño aspecto de mi juicio sobre mis hijos, los hombres; y esto incluye a todos los hombres, sin excepción. ¡Sólo tenéis que venir a mí! ¡Yo estoy tan cerca de vosotros! Entonces, sólo tenéis que amarme y glorificarme, y así no seréis juzgados, o, de ser necesario, lo seréis con amor infinitamente misericordioso.

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El Padre todo lo perdona

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“Mis queridos hijos, desde hace veinte siglos os colmo de estos bienes y de gracias especiales; ¡y el resultado es muy pobre!

¡Cuántas criaturas mías, que por medio de mi Hijo se habían convertido en hijas de mi amor, rápidamente volvieron a precipitarse al abismo eterno! En verdad no habían conocido mi infinita bondad, ¡y sin embargo yo os amo tanto! 

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San José y la misión del varón

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Queridos oyentes,

Con motivo de la Solemnidad de San José, interrumpimos por hoy la serie de meditaciones sobre el “Mensaje del Padre”, para reflexionar algo sobre aquel a quien Dios escogió para ser padre nutricio de Nuestro Señor Jesucristo. Tomo en esta ocasión la meditación del año anterior. leer más

El amor del Padre y un pedido urgente

«Es la Sangre de mi Hijo, que en cada instante se derrama sobre vosotros, siempre y cuando la aceptéis, tanto a través del sacramento de la penitencia, como en el Santo Sacrificio de la Misa.»

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“La mayor parte de los hombres conoce todos estos hechos, pero ignora lo esencial: es decir, ¡que fue el amor el que movió a todo esto!

Sí, es el amor, y es esto lo que quiero haceros notar. Ahora este amor está olvidado. Quiero recordároslo para que aprendáis a conocerme así como soy. No debéis estar atemorizados como esclavos, ante un Padre que os ama hasta el extremo.

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Nada supera al amor del Padre

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

Cuando constaté que ni los patriarcas, ni los profetas podían darme a conocer entre los hombres, y que no habían logrado que los hombres me amasen, decidí venir yo mismo. Pero, ¿cómo hacer para encontrarme en medio de los hombres? No había otro medio que el de ir yo mismo en la Segunda Persona de mi Divinidad.

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Distintas expresiones del amor de Dios

«Le di a Moisés mis mandamientos, para que, guardándolos, pudiesen acordarse del Padre infinitamente bueno»

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“Oh hombres, concluid que por toda la eternidad he tenido un solo deseo: darme a conocer a los hombres y ser amado por ellos. ¡Deseo estar incesantemente junto a ellos! ¿Queréis una prueba auténtica de este deseo que acabo de expresar? ¿Por qué habría ordenado a Moisés que construyera el tabernáculo y el Arca de la Alianza, si no es porque tenía el ardiente deseo de venir a mis criaturas, los hombres, y vivir junto a ellas, como Padre, hermano y amigo de confianza?

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El Mesías testifica el amor del Padre

Nuestro Señor Jesucristo, Unigénito y enviado del Padre

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Palabras del Padre tomadas del Mensaje a la Madre Eugenia Ravasio:

“Siempre he querido quedarme en este mundo entre los hombres. Y así, durante el diluvio estaba junto a Noé, el único justo de aquel tiempo. También durante las otras plagas encontré siempre un justo en el cual podía morar y, a través de él, permanecer en medio de los hombres de su tiempo. ¡Siempre fue así! Gracias a mi infinita bondad para con la humanidad, el mundo ha sido frecuentemente purificado de su corrupción. Entonces, seguía escogiendo almas en las cuales me complacía, para que, por medio de ellas, pudiera deleitarme en mis criaturas, los hombres. 

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Reprensiones de Dios

«El mal creció tanto en el corazón de los hombres que me vi obligado a dejar que viniesen plagas sobre el mundo, para que el hombre se purificara por medio del sufrimiento (…). Así ocurrió el diluvio.»

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Las palabras del Padre:

“Cuanto más crecía el mal, tanto más mi bondad me apremiaba a revelarme a almas justas, para que ellas transmitieran mis instrucciones a los causantes del desorden. Y así, a veces, tuve que usar la severidad para reprenderlos, no para castigarlos, porque eso sólo hubiera provocado más maldad. De esta manera, quería alejarlos del vicio y traerlos de vuelta a su Padre y Creador, a quien ingratamente habían olvidado y desconocido. Más tarde, el mal creció tanto en el corazón de los hombres que me vi obligado a dejar que viniesen plagas sobre el mundo, para que el hombre se purificara por medio del sufrimiento, la destrucción de sus bienes y hasta la pérdida de su vida. Así ocurrió el diluvio, la destrucción de Sodoma y de Gomorra, las guerras del hombre contra el hombre, etc.”

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Dios sigue hablando por medio de auténticos profetas

«Para vivir entre los hombres, creé y escogí en el Antiguo Testamento a los profetas, a quienes comunicaba mis deseos, mis penas y mis alegrías, para que ellos las transmitieran a todos.»

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En vista de la actual pandemia, tocaré en la meditación de mañana el tema de esta situación, porque el texto del “Mensaje del Padre” se prestará particularmente para ello. Hoy les invito a acoger profundamente las palabras que escucharemos, porque precisamente en tiempos de necesidad y circunstancias inusuales –como ciertamente lo es una pandemia–, hemos de arraigar nuestra confianza en Dios e intensificar nuestra oración por toda la situación.

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La dicha de Dios

«Se necesitaba primero la creación material para que los hombres pudieran encontrar su sustento: entonces fue la creación del mundo.»

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Resulta difícil ignorar la situación en la que actualmente nos encontramos a causa del coronavirus, correspondido con medidas gubernamentales de gran alcance y por algunas órdenes eclesiásticas incomprensibles.

En particular, la medida tomada por la Conferencia Episcopal Italiana –de que ya no se celebren Santas Misas con público– va hacia una dimensión que ninguno de nosotros pudo haber imaginado.

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